sábado, enero 09, 2010

Noches de bohemia y de ilusión

Quejarse de vicio es malo pero más malo es dormir poco y por eso nos quejamos. Ya se han cumplido 8 meses desde que nuestro retoño llegó al mundo y parece ser que no ha captado eso de que por las noches hay que dormir y si puede ser, mucho.
Antes de Navidad parecía que íbamos a mejor pero, cachis!, llegaron los resfriados y con ellos los moquitos y ahora la tos, ahora me ahogo, no hay noche que no tengamos que levantarnos. La semana pasada fue mu-xunga. Nos levantamos unas 12 veces cada noche. Terrible!
Ya podemos poner una cebolla en la habitación, hacer vahos de eucaliptos o absorber moquitos a troche y moche, que ni por esas.
Llevamos dos noches de las que llamamos buenas, esas que sólo te levantas un par de veces y das gracias a Dios por dormir 5 horas seguidas. Pero no nos confiamos. Estamos animados y nos va la marcha, así que no nos preocupa si llegan más noches de bohemia y de ilusión.

Buen inicio, mal comienzo.

Con el año nuevo empezamos la guadería:. Ter 20. Marcamos pacientemente la ropita, le llevamos con su mochilita. Unos días de adaptación, un ratito para que se vaya acostumbrando. Todo parecía ir de maravilla. Los 2 primeros días ni lloró, luego vinierons los Reyes y a Martí le trajeron un poco de fiebre y mal de oído. Así que fue empezar y pillarla. NO dio opción para más, el resto de la semana reposo en casa, médico y jarabe.
Ahora empieza la segunda semana. Otra vez se lo ha pasado de maravilla, sin lloros y sin añoranzas.
La única cosita es que como no pudo hacer su dormida matutina ha llegado reventado y se ha pegado un siestón de 3h y porque le hemos despertado para que coma. Pobret! Lo que le hacemos sufrir!

domingo, enero 03, 2010

2009: Hurricane's year

Los meteorólogos tienen la costumbre de bautizar los fenómenos de la naturaleza con nombres propios. Sobretodo los que se refieren a ciclones, huracanes, etc. He pensado que este año que acabamos ha sido como un torbellino en nuestras vidas. Ha llegado a nosotros como un viento mecedor y, a la vez, estremecedor, el Huracán Martí.
La alegría es inmensa, nadie lo dude. La ilusión sigue intacta, aun más, crecida. El cansancio, pero, también es inmenso y crecido. Nuestra vida, que antes giraba ante nosotros, el yo, mi ombligo, se ha visto trastocada por el tú, nuestro bebé, nuestra vida.
No he de negar que tiene su parte dura. En siete meses sólo hemos dormido una noche completa. La casa ya no volvió a ser la misma, cada vez más okupada por las cosas de Martí, desordenada y sucia. Hacer planes es complejo, salir de casa una odisea, cargar el carrito escaleras arriba un coñazo.
Pero somos afortunados, nos tocó la mejor lotería del mundo. Llegó Martí a nuestras vidas porque quisimos ser papás. Le preparamos un rinconcito en nuestro corazón que se va agrandando día a día. Llegó sano, precioso, alegre y puntual. ¡Qué más se puede pedir! Entiendo que la vida se nos "complicó" pero ahora ya no entendemos una vida sin él. Seguiremos aprendiendo juntos, gozando de sus risitas, de sus miradas atentas, de sus progresos, de sus moquitos y sus toses, de sus pipis y sus popos, de sus papillas, bibes y vómitos. Nos lo seguiremos comiendo a besos mientras se deje, alzándolo, haciéndole caricias, cantándole y jugando juntos. Seguiremos pedaleando en esta carrera de fondo que es la paternidad. Giraremos a toda mecha en nuestro huracán personal.