Parece la versión de un nuevo programa informático, pero no tiene nada que ver. El 7.3 hace referencia a la hora media a la que me he levantado este verano. Las siete y media. Lunes, jueves, sábados o domingos... no hay concesiones. Él, con su reloj biológico y sus ganas tempranas de empezar el día empieza a ronronear, cual gato, sus palabrillas, te llama, hace lo que sea para que acudas a liberarlo de esa cama de barrotes. En julio, más soportable porque Martí iba a la guarde y teníamos obligaciones. En agosto, cruel y cansino, no nos dio tregua ni de vacaciones en el Norte.
En fin, vuelvo con ojeras en la cara a maldecir a la sabiduría popular del a quién madruga, Dios le ayuda. Podría Dios darnos una tregua los fines de semana, ni que sólo sea el domingo, dia del Señor.
En fin, vuelvo con ojeras en la cara a maldecir a la sabiduría popular del a quién madruga, Dios le ayuda. Podría Dios darnos una tregua los fines de semana, ni que sólo sea el domingo, dia del Señor.
Amén!
No hay comentarios:
Publicar un comentario