Los meteorólogos tienen la costumbre de bautizar los fenómenos de la naturaleza con nombres propios. Sobretodo los que se refieren a ciclones, huracanes, etc. He pensado que este año que acabamos ha sido como un torbellino en nuestras vidas. Ha llegado a nosotros como un viento mecedor y, a la vez, estremecedor, el Huracán Martí.
La alegría es inmensa, nadie lo dude. La ilusión sigue intacta, aun más, crecida. El cansancio, pero, también es inmenso y crecido. Nuestra vida, que antes giraba ante nosotros, el yo, mi ombligo, se ha visto trastocada por el tú, nuestro bebé, nuestra vida.
No he de negar que tiene su parte dura. En siete meses sólo hemos dormido una noche completa. La casa ya no volvió a ser la misma, cada vez más okupada por las cosas de Martí, desordenada y sucia. Hacer planes es complejo, salir de casa una odisea, cargar el carrito escaleras arriba un coñazo.
Pero somos afortunados, nos tocó la mejor lotería del mundo. Llegó Martí a nuestras vidas porque quisimos ser papás. Le preparamos un rinconcito en nuestro corazón que se va agrandando día a día. Llegó sano, precioso, alegre y puntual. ¡Qué más se puede pedir! Entiendo que la vida se nos "complicó" pero ahora ya no entendemos una vida sin él. Seguiremos aprendiendo juntos, gozando de sus risitas, de sus miradas atentas, de sus progresos, de sus moquitos y sus toses, de sus pipis y sus popos, de sus papillas, bibes y vómitos. Nos lo seguiremos comiendo a besos mientras se deje, alzándolo, haciéndole caricias, cantándole y jugando juntos. Seguiremos pedaleando en esta carrera de fondo que es la paternidad. Giraremos a toda mecha en nuestro huracán personal.
La alegría es inmensa, nadie lo dude. La ilusión sigue intacta, aun más, crecida. El cansancio, pero, también es inmenso y crecido. Nuestra vida, que antes giraba ante nosotros, el yo, mi ombligo, se ha visto trastocada por el tú, nuestro bebé, nuestra vida.
No he de negar que tiene su parte dura. En siete meses sólo hemos dormido una noche completa. La casa ya no volvió a ser la misma, cada vez más okupada por las cosas de Martí, desordenada y sucia. Hacer planes es complejo, salir de casa una odisea, cargar el carrito escaleras arriba un coñazo.
Pero somos afortunados, nos tocó la mejor lotería del mundo. Llegó Martí a nuestras vidas porque quisimos ser papás. Le preparamos un rinconcito en nuestro corazón que se va agrandando día a día. Llegó sano, precioso, alegre y puntual. ¡Qué más se puede pedir! Entiendo que la vida se nos "complicó" pero ahora ya no entendemos una vida sin él. Seguiremos aprendiendo juntos, gozando de sus risitas, de sus miradas atentas, de sus progresos, de sus moquitos y sus toses, de sus pipis y sus popos, de sus papillas, bibes y vómitos. Nos lo seguiremos comiendo a besos mientras se deje, alzándolo, haciéndole caricias, cantándole y jugando juntos. Seguiremos pedaleando en esta carrera de fondo que es la paternidad. Giraremos a toda mecha en nuestro huracán personal.
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